El rol crucial de los sistemas de almacenamiento de energía

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Es más preocupante aún que la Estrategia considere al almacenamiento energético como un concepto remoto, destinado a ‘mercados eléctricos del futuro’, en vez de incorporarlo como una solución inmediata y necesaria en la transición energética actual. La Estrategia resalta la extensa labor pendiente: desde actualizar el Código de Red para integrar los sistemas de almacenamiento en la infraestructura eléctrica existente, hasta establecer un marco regulatorio coherente para su implementación y fomentar el desarrollo de modelos de negocio innovadores que impulsen la tecnología y servicios para la cadena de valor de estos sistemas, así como las inversiones en capacitación de recursos humanos y en investigación y desarrollo tecnológico.

La situación en México refleja un desafío global que afecta la transición energética. De los 700,000 millones de dólares (mdd) invertidos en transición energética en economías emergentes y países en desarrollo, solo una quinta parte se ha destinado a optimizar redes eléctricas. Aunque la capacidad renovable crece a niveles récord, la falta de un sistema de almacenamiento adecuado limita este potencial. La Agencia Internacional de Energía indica que cerca de 1,500 GW de proyectos eólicos y solares en desarrollo avanzado buscan integrarse a las redes en países desarrollados. Para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 °C, conforme al Acuerdo de París, se debe modernizar aproximadamente 80 millones de kilómetros de infraestructura eléctrica. Las inversiones en modernización deben incrementarse significativamente en los próximos 15 años para alinearse con objetivos de emisiones netas cero.

Varias economías emergentes y países en desarrollo, incluyendo Colombia, Haití, Honduras, Brasil, India, Indonesia y Bangladesh, están aprovechando oportunidades para movilizar recursos climáticos internacionales. Hace un año, Brasil recibió 70 mdd de financiamiento concesional del Fondo de Inversiones Climáticas para mejorar la flexibilidad de su red eléctrica e integrar energías renovables. Esta inversión potenciará la capacidad de energías limpias y la producción de hidrógeno verde, con el potencial de movilizar más de 9,000 mdd en inversiones.

México podría aprovechar las oportunidades estratégicas que surgen de la manufactura y el despliegue de sistemas de almacenamiento energético, en vez de resistirse a la expansión de energías renovables por su variabilidad. Tales sistemas, particularmente las baterías de iones de litio, no solo atienden a las necesidades técnicas de las redes eléctricas sino que también son catalizadores de nuevos modelos de negocio. La fusión de la tecnología de almacenamiento con la industria de vehículos eléctricos brinda oportunidades para desarrollar economías de escala y fomentar la innovación. Estas baterías pueden servir como sistemas de respaldo en hogares, creando sinergias entre la movilidad y la gestión energética residencial. Además, los sistemas de almacenamiento a gran escala mejoran la flexibilidad y eficiencia de la red, reducen pérdidas y contribuyen a combatir la pobreza energética, al ofrecer soluciones para la expansión de redes de transmisión de larga distancia y en zonas remotas.

México también podría posicionarse como un centro líder en el reciclaje de baterías para la región de América del Norte y explorar sinergias en la producción de hidrógeno verde como forma de almacenamiento en zonas óptimas para tal fin. Al hacerlo, el país no solo avanzaría en términos de sostenibilidad y tecnología energética, sino que también fortalecería su economía y su posición en el mercado internacional de energías renovables.





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