Hacía mucho tiempo que rumiaba la decisión, pues su cuerpo ya no respondía como antaño y su cabeza prefería gestionar los papeles y los grupos de trabajo antes que los esfuerzos en el parquet. Tenía, además, una suculenta oferta de su exequipo Memphis Grizzlies para regresar a la NBA, un papel secundario remunerado de la mejor de las maneras, club que también pretende retirar su camiseta. Pero Marc Gasol, de 39 años, prefería la rutina de la familia y de los despachos por encima de la adquirida durante tantos años en la pista, entre gimnasio y el balón naranja. “Tenía propuestas chulas, pero la mejor era invertir en mi familia. Eso me lo hacía más difícil. El que el equipo perdiera ha retrasado también el acto, que estaba previsto desde hace unas semanas”, explicó. Así que este miércoles, aunque la resolución ya la había tomado hace unos días, lo verbalizó en las salas de los Cinemas Texas de Barcelona: se retira como jugador de baloncesto. Seguirá, en cualquier caso, como presidente del Bàsquet Girona, club que refundó y dirige desde 2014. “Después de 20 años recibiendo cariño y jugando al baloncesto, tenía que hacer algo. En vez de esconderme, era decir que se ha acabado”, reflexionó Marc; “me tocaba. Si hubiese seguido jugando hubiese sido por razones equivocadas. Es el momento correcto para dejar el baloncesto”.
Acompañado por su familia, por su hermano pequeño Adrià y sus padres Agustí y Marisa, además de la mujer Cristina y su hija -no estaba Pau-, Marc compareció de negro riguroso en escena en una sala bastante llena con personalidades que también quisieron estar en un momento tan emotivo, caso de su excompañero y ahora director del baloncesto del Barça, Juan Carlos Navarro, además del presidente de la asociación de entrenadores, Joan Maria Gavaldà. ¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que enmarcaba el acto del adiós de Gasol al baloncesto, al menos con los calzones y las zapatillas, también el eslogan de fondo que se veía en la pantalla de los Cines Texas. Y ahora le toca otra vida. Eso explico en un par de vídeos en el que varios de sus excompañeros le preguntaban qué haría a partir de ahora… Su respuesta fue con otro vídeo, repasando su carrera y decisiones de vida. “Ha llegado ese momento que daba tanto miedo. Una pregunta te persigue toda la vida. Si todos estamos hechos de lo mismo, porque a veces te sientes tan diferente, tan fuera de sitio”, se cuestionaba para explicar que con el baloncesto encontró su camino, por más que al principio al llegar a Memphis (acompañó a su hermano en la NBA) no sabía dónde estaba. ¿Y ahora qué? se decía cada vez que acababa un ciclo, una etapa. Siempre dio respuesta con la canasta, con el balón. Ahora, lo suelta. Pero seguirá como actor en el baloncesto, presidente del Girona.
Marc dejó de forma abrupta los Lakers en 2021, momento en el que cambió la NBA por la Liga LEB Oro, la segunda división española. A sus espaldas dejaba una carrera de 13 cursos en la élite del baloncesto, tras su paso por tres franquicias: Memphis, Toronto y Los Ángeles. 990 encuentros en las que se ganó un nombre -ya lejos de la sombra de su hermano Pau-, toda vez que nombrado el mejor defensor de la NBA en 2013, fue incluido en el mejor quinteto de la competición en 2015 y participó en tres ocasiones en el All Star, además de conquistar el anillo con los Raptors (2019). Al mismo tiempo, también dejaba huella y ganaba metales con la selección española (defendió la camiseta de 2006 a 2021 en 191 encuentros), toda vez que alzó por dos veces el Mundial (2006 y 2019) y otras tantas el Eurobasket (2009 y 2011), también subcampeón olímpico en Pekín (2008) y Londres (2012).
Sus primeros pasos, en cualquier caso, los dio en la cantera del Barcelona y, después de tres temporadas en el primer equipo -logró el título en 2004-, se marchó al Akasvayu Girona, donde descorchó su mejor versión (fue escogido MVP del torneo en el curso 2007-08) antes de hacer las américas. Tal fue el cariño que le cogió a la ciudad y al extinto club que refundo el Bàsquet Girona en 2014, entonces de la mano de Pau, que hace las veces de vicepresidente. Siempre presente en la toma de decisiones, sin embargo, Marc decidió ayudar al equipo en su asalto a la LEB Oro, en 2021. Dicho y hecho, jugador y, al fin, presidente, ya que la ACB cambió los estatutos para que pudiera compaginar las dos tareas. “Quizá el ascenso fue el mejor momento por lo que significó y por cómo se consiguió. Fue un momento muy especial”, reflexionó Marc, obviando, por ejemplo, el anillo de la NBA; “pero no cambiaría ningún segundo de lo vivido, de los errores y de los aciertos. No se me queda ninguna espinita clavada”.
Capital en Segunda, su rendimiento en la Liga Endesa no decreció apenas porque en la temporada anterior, con Aíto en el banquillo, promedió, 10,5 puntos, 5,7 rebotes, 2,8 asistencias, 1,3 tapones y 0,7 robos de media. Pero después de muchos años en el parquet, entendió que le gustaba más su parte pausada a la visceral. “Fuera tengo mucha paciencia. Pero en la pista no tengo ese tiempo. Fuera, racional; dentro, pasional”, reflexionaba hace un par de cursos; “cuando veo que lunes, martes y miércoles me motiva más la gestión del club, ya me voy dando cuenta de que esto va llegando a su fin”. Este miércoles agregó: “El año pasado llegué a mi límite en lo físico. Tenía dolores y tomé la decisión”. Ocurría, sin embargo, que le gustaba mucho el baloncesto. Tanto que no se atrevió a decir sanseacabó al inicio de esta temporada, por más que sí anunciara que no se vestiría por el momento de corto. “Me está costando más de lo que esperaba tomar esta decisión, decir adiós no es tan sencillo”, resolvía, aunque también anticipaba que su condición física ya no es la que era, que acabó el año muy justito de combustible. Ahora la decisión es irrevocable, una que tomó en noviembre. “Me decía que aún podía jugar. Ha sido un proceso largo y duro y una parte de mí no está de acuerdo con el desenlace”, convino Gasol, que añadió: “pero lo afronto con naturalidad y estoy convencido de ello, aunque sabes que puedes ayudar. Pero es el momento de dar un paso al lado y disfrutar y ver de lo que me ha dado el baloncesto, que es muchísimo”.
Sus ya excompañeros lo echarán de menos en la pista -aunque Djordjevic y Sorolla cubren la posición de pívot-, ahora que se baten el cobre por no descender de categoría con un saldo de ocho victorias y 12 derrotas en la ACB, fuera de la quema por dos encuentros de diferencia con el Obradoiro, Granada y Breogán. Ventaja reducida si se tiene en cuenta que al principio del año el Girona era el equipo revelación, al punto de que soñó con estar en la Copa del Rey. Pero los resultados postreros no acompañaron y Gasol junto a su consejo deportivo decidió despedir a Salva Camps a cambio de Fotis Katsikaris -ex del Unicaja, entre otros muchos de la ACB, y asistente de la NBA en Utah- para dar un volantazo al rumbo menguante del equipo. Una plantilla que ya no contará con Marc como compañero sino como presidente.
Preocupado por hacer crecer a la entidad desde 2014, pues ha pasado de tener cinco equipos a 30 -cuenta con más de 70 formadores-, además del baloncesto 3×3 -en eso pone especial énfasis su hermano Pau- y en silla de ruedas. También han pasado de tener 150 aficionados durante los primeros encuentros del primer equipo a los 4.000 que llenan el pabellón cada semana. Su modelo, extrapolado en lo posible de la NBA, pasa por no solo garantizar el partido sino una experiencia durante el día. “Por eso traemos un equipo de patinaje de la zona, de baile o música, Dj… Además de ofrecer una buena oferta gastronómica en el pabellón. Eso es importante como también lo es no limitar el contacto de los jugadores. Hay que reeducarlos y hacerles entender que son parte de la comunidad en la que juegan. Tenemos programas de colegios en los que van a dar charlas. O acciones sociales que deben elegir. Les damos opciones: sociales, medioambientales como recoger plástico en el río o mar… No solo vienen a Girona a jugar y a vivir muy bien. Tienen que implicarse”, conviene Gasol, que enumera los tres pilares de la entidad: Metodología, esfuerzo y compromiso. “El Girona antes era un proyecto personal, de Marc Gasol. Ahora se identifica conmigo, pero mi imagen se irá difuminando y el club estará por encima porque ya no solo es mi proyecto vital sino de muchas personas”. Pero para que eso ocurra falta tiempo. De momento, Marc solo se aleja de las pistas para sentarse en el palco. “No tengo prisa para decidir qué sustituirá al baloncesto. Tengo ganas de ser mejor hijo, padre, marido…”, cerró ese niño que soñaba con jugar a fútbol y acabó con la pelota naranja entre las manos. Esa que le ha dado un nombre y apellido, también una historia, y ahora al Girona.
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